Mucho hemos discutido durante las sesiones como
debe actuar un profesor para mantener su
autoridad dentro del aula, variadas han
sido las opiniones vertidas, aquí os presento una más, la expulsión del aula.
En este post hablaré de cómo
gestionarla, basándome en vivencias personales de profesores de secundaria.
No es una decisión fácil, cuando se
toma la decisión ya se deben haber agotado otras vías como, la reprimenda, separarlo del grupo (aislamiento)…
siempre que se expulsa se debe estar justificado, saltándose alguna de las normas marcadas por el centro, la normativa apoya este
acto siempre y cuando interfiera con la práctica docente.
El problema es que muchos de los
profesores no ven esto como un acto pedagógico. Debemos tener en cuenta cuando realizamos la expulsión que si al exteriorizarlo se expresa que se está movido por sentimientos de
impotencia, odio, el acto pierde su carácter pedagógico convirtiéndose en un
mal ejemplo. Las expulsiones movidas por
el odio originan más insubordinación.
Algunos consejos prácticos ante la
expulsión de un alumno:
Claridad en el mensaje: El mensaje debe ser directo, claro , conciso.
La expulsión no se discute: El alumno debe acatar la decisión , no es el momento de argumentar la decisión.
No alzar la voz: Si al notificar tu decisión la realizad de un tono natural, posiblemente no será cuestionada, también hay que tratar mantener la tranquilidad , ya que el nerviosismo puede volverse en tú contra, provocando las risas de los demás alumnos ocasionando más expulsiones.
Informar el porque de la expulsión
: Hablando en cuanto se pueda con el tutor y el
jefe de estudios para dar la propia versión
Hablar con el alumno expulsado: Fuera del aula y en privado hablar con el alumno intentando empatizar con él para que comprenda la situación.
Para concluir me gustaría abrir un debate. ¿Creéis que la expulsión es una buena práctica?
Fuentes: www.profesorfransico.es
www.justificaturespuesta.com
Elena Azañón Arreaza
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