Hola a todos/as.
Después de la salida del pasado jueves,
además de con un enorme resfriado, llegué a casa con bastante interés acerca de
un tema en concreto: los cementerios. Estos lugares, que permanecen durante todo
el año con excepción de un par de días, completamente ignorados por la mayoría
de los habitantes de las ciudades, esconden varios secretos que pueden ser muy
interesantes. Sobre todo movió mi curiosidad un comentario que hizo Agustín
acerca de cuáles eran algunos de los cementerios más interesantes del mundo: el
de la Recoleta en Buenos Aires y el de la Habana. Todo esto unido a la curiosidad que me despertó la preciosa lápida de la Bella Apolonia. Así que decidí “investigar” (si a investigar se le puede
llamar a mirar en internet) un poco acerca de ellos. Tal vez por una
cuestión cultural, a la hora de pensar en cementerios llenos de mitos y
leyendas se suele tener en cuenta los del norte de Europa, como pueden ser
Inglaterra, Irlanda, Alemania… Pero los mencionados cementerios sudamericanos
no tienen nada que envidiarlos, sino más bien todo lo contrario, yo creo que
incluso les supera ampliamente.
En especial destaca la Recoleta de Buenos Aires, donde hay
enterrados desde nietas de Napoleón o aspirantes al trono de Francia, hasta
premios Nobel que descansan en mausoleos monumentales. Al atractivo que esto
supone de por sí, hay que mencionar que la gran mayoría de ellos están rodeados de leyendas que alimentan aún más el encanto del lugar.
Por otro lado, muchas de las sepulturas aparecen adornadas
con estatuas de una enorme belleza, lo cual otorga a esta necrópolis un aspecto
de una belleza singular.
En lo que respecta al cementerio de Colón, es también una
maravillosa ciudad de los muertos. La leyenda más famosa que se puede encontrar
en él es la de la Milagrosa, una bonita historia de amor, que termina en
tragedia, que además dio lugar a una bella estatua que es aún muy visitada, y a
la que incluso se le atribuyen poderes sobrenaturales.
Son pues lugares que son dignos de ser visitados, y que
cualquiera que vaya a sus respectivas ciudades no debería ignorar, pues guardan
dentro de sí verdaderos tesoros escultóricos y arquitectónicos. Pero además su
importancia no se reduce solo a ello, pues como ya quedó patente con nuestra
visita a la tumba del general Aguilera o al pequeño monumento a los muertos
republicanos de la guerra, la historia de una ciudad e incluso una nación queda
perfectamente reflejada en ellos. Son, en cierto modo y para aquel que sepa leerlos, como libros de historia que pueden enseñar historia. Sirva un ejemplo más a este respecto del
cementerio de la Recoleta: la tumba de Eva Perón, siempre cubierta de flores a
pesar de los años transcurridos de su muerte, demostrando el poder que los
personajes relevantes tienen y tendrán en la memoria de las naciones, y que
hace que soporten incluso el olvido al que condena la muerte.
Víctor M. Domínguez Guerrero